TACTO por Ray Lotka
Las sensaciones de presión y vibración están provocadas por movimientos sobre la piel.
La piel constituye el órgano sensorial para el tacto. Los elementos sensitivos de este sentido se hallan en unos puntos de la piel especialmente sensibles, denominados puntos de presión y puntos del frío. Estos puntos se encuentran repartidos por toda la piel del cuerpo humano, variando su densidad según las distintas zonas del mismo.´
Las personas mayores poseen un promedio de seis a veintitrés puntos para el frío por centímetro cuadrado de piel y entre cero y tres puntos para el calor. Además se han de contar con unos veinticinco puntos de presión, también por centímetro cuadrado. Gracias a estos puntos percibimos la presión, el calor y el frío, cuyas sensaciones alcanzan a través de los nervios los centros cerebrales correspondientes.
Los puntos de prisión se hallan dotados de una sensibilidad extremadamente notable. Gracias a ello, nos es posible notar una presión hasta de un gramo y cuarto por milímetro cuadrado. La sensibilidad de estos órganos barestésicos permite la percepción de cualidades muy diversas. De esta manera nos es posible averiguar si el cuerpo que ejerce una presión sobre nuestra piel es plano, liso, puntiagudo, duro, romo, blando, líquido o gaseoso. Estas distintas percepciones cualitativas constituyen un amplio medio para orientarnos en el mundo «corporal» que nos rodea.
Por otro lado, los puntos para el calor y el frío nos permiten percibir la temperatura de este mismo mundo. Es obvia, pues, la importancia de estas percepciones para controlar el estado de salud y la corrección de las reacciones personales frente a las temperaturas. El sentido del tacto prácticamente actúa en todas las partes del cuerpo, pero su precisión es notablemente mayor allí, donde es precisa la mayor facilidad de los movimientos corporales, en especial manos y dedos.
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